A muchos padrillos les costó mudarse de un haras fuerte a otro similar y mantener su éxito; el hijo de Distorted Humor atravesó esa valla elevada y mejora semana a semana sus números

Por Diego H. Mitagstein
En muchísimas ocasiones se dio el caso de que un padrillo exitoso pasó de un haras importante a otro sin poder repetir allí su nivel de grandes triunfos. Por ejemplo, Easing Along (Storm Cat) o Salt Lake (Deputy Minister) no consiguieron emular en La Quebrada todo lo genial que habían producido en El Alfalfar y Vacación;
En los tiempos recientes, el cierre de algunas cabañas produjo algunas mudanzas resonantes, pero ninguna como la de Fortify, que, tras la liquidación de La Biznaga, en 2018, pasó a ocupar un box en el Haras Vacación, en la misma padrillera donde antes había residido íconos de la cría como Pepenador (Lucky Debonair), Mariache (Dancing Moss), Roy (Fappiano) o Roman Ruler (Fusaichi Pegasus). Tamaña responsabilidad...
Por el impacto que las crías del hijo de Distorted Humor generaron ni bien llegaron a las pistas, a simple vista, podía pensarse que la misión sería bravísima pues, el cambio involucra no solo un ambiente diferente, sino, en su caso, acomodarse a líneas maternas totalmente distintas y mucho más variadas de las que recibió en el campo de los Blaquier, y a que se abriera el abanico de criadores que lo apoyaban. Pero es tanta la generosidad de Fortify que no solo consiguió mantener sus números, sino también dar indicios de que, al final del camino, incluso llegará a mejorarlos.
El zaino fue Padrillo del Año en 2019, justamente, cuando nacieron sus primeros potrillos y potrancas con base en la cabaña de Damasia Lottero y Pablo Zavaleta, dentro de una generación que -hasta ahora- dejó 54 ganadores, 8 vencedores clásicos, 6 de grupo y 3 en el máximo plano, contándose en este último grupo los nombres de los campeones Subsanador y Nanda Dea, de brillo ambos en USA, y de Menino do Río.
Pero ese sería solo el comienzo, pues, con su generación nacida en 2020, Fortify viene mejorando casi todos sus números, ya sea por hijos que corrieron, ganadores, vencedores clásicos o de grupo.
Sobre 103 productos que nacieron ese año, 71 ya llegaron a las pistas y 51 consiguieron, como mínimo, salir de perdedores, lo que habla de un 77,5 por ciento de eficiencia. Pero, al abarcar las carreras más fuertes, 13 lograron cruzar adelante en un clásico, 9 en competencias de grado y 3 en el plano de los G1.
Por supuesto, Intense for Me, llevándose el último Gran Premio Carlos Pellegrini (G1), encabeza cualquier exposición de nombres, pero Rammel con su éxito en el Montevideo (G1) y Joy Rosy imponiéndose en el Jorge de Atucha (G1) también aportan una cuota grande de calidad.
Fortify es un festival de consistencia y al investigar los datos de sus hijos se encuentra un dato llamativo: sus 17 crías ganadoras de G1 llegaron a lucirse en carreras con 1500 metros o más metros; en las distancias clásicas.
En breve comenzará a ofrecerse en venta la quinta generación del campeón desde que llegó a Vacación para continuar aquellos números formidables que registró en La Biznaga, el haras que lo descubrió y que se la jugó por sus condiciones y genética, allí donde un padrillo difícilmente erraba; el mismo lugar donde lucieron Practicante (Pronto), Egg Toss (Buckpasser), Shy Tom (Blushing Groom), Roar (Forty Niner), Bernstein (Storm Cat) e Include (Broad Brush), entre otros.
Fortify superó lo que muchos otros reproductores no pudieron: el desafío de ser tan bueno en el haras donde surgió, como en aquel donde el destino lo llevó a continuar su camino. Sus estadísticas seguirán subiendo, no hay forma que no suceda ante un padrillo mejorador como pocos.
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